lunes, 27 de octubre de 2008

Salmos 119 Yod (Parte 38)

“Conozco, oh Señor, que tus juicios son justos, y que conforme a tu fidelidad me afligiste. Sea ahora tu misericordia para consolarme, conforme a lo que has dicho a tu siervo”. Salmos 119:75-76

El hombre es necio, cuando madura y alcanza la independencia cuando nadie le pide cuentas de su vida personal sigue creyendo que puede hacer lo que quiera, sin rendirle cuentas a nadie. Cree que Dios es un adorno y que no ve y que no reacciona a lo que hacemos.

Esta perspectiva se puede malentender por eso aclaro desde un principio que no hablo de un Dios que esté vigilando con vara de hierro a quien haga el mal para lastimarlo. No es esto lo que estoy diciendo.

Lo que sí estoy diciendo es que Dios ve y oye todo lo que hacemos, el nos ama y como hemos estudiado anteriormente Dios nos corrige y nos disciplina. Y aquí es donde vemos la hermosura y el gran amor que nos tiene.

Porque su forma de disciplinarnos lleva una gran dosis de amor. Es el amor lo que mueve a Dios a disciplinarnos. Es el amor lo que lo lleva a afligirnos. Nunca, nunca va a dar un castigo injusto. Por eso dice David en este salmo: “Tus juicios son justos”. Cuando Dios te castiga, tú sabes de que sabes la causa.

Todos sabemos y estamos concientes de lo que hacemos, el problema es cuando entramos en necedad, en querer seguir haciendo nuestra voluntad. Entonces nunca vamos a reconocer que Dios está en medio de lo que nos sucede, pero si dentro de tu error sigues reconociendo el amor de Dios también sabrás que es Dios el que te está disciplinando.

Hay un dicho que me gusta mucho porque refleja una verdad de manera muy clara: “Dios te ama tal como eres; pero te ama tanto que no te va a dejar así”. Y es cierto, Dios te ama mucho más de lo que te imaginas, pero por ese amor Él mismo se va a encargar de perfeccionarte.

Y no estoy hablando en este momento de la ley que rige al hombre que dice que lo que siembras cosechas, eso también hay que tenerlo en cuenta cuando decidimos caminar por un sendero escabroso lejos del camino correcto. Porque muchas de las veces lo que sufrimos no es otra cosa sino las consecuencias de nuestros actos. Pero no me estoy refiriendo a esto, me estoy refiriendo a que algunas veces Dios se involucra directamente con nuestra aflicción para que aprendamos una lección o para perfeccionarnos.

Dios se duele por la disciplina que nos aplica pero se duele más si no lo entendemos y volvemos a la necedad. Yo creo que debemos ser más sensibles y clamar lo mismo que David: “Sea ahora tu misericordia para consolarme”.

Armando Carrasco Z.

lunes, 20 de octubre de 2008

Salmos 119 Yod (Parte 37)

“Tus manos me hicieron y me formaron; hazme entender, y aprenderé tus mandamientos. Los que te temen me verán, y se alegrarán, porque en tu palabra he esperado.” Salmos 119:73-74

Somos creación de Dios, Él mismo y con sus propias manos nos hizo. No mandó a alguien a que nos haga, no le pidió a un ángel constructor que nos fabrique, ni tampoco a le pidió a algunos alienigenas que nos creara, no, nos hizo Él mismo.

Eso hace que podamos confiar en Él de manera total, porque Él nos conoce a fondo, sabe exactamente cómo fuimos hechos. Y no sólo eso, Dios lleva un registro de nuestra vida, en la frase “tus manos me hicieron y me formaron” lleva implícito que nos va dando forma hasta llegar a la edad adulta.

Al comprender este hecho David, el autor de este salmo, dice “hazme entender y aprenderé tus mandamientos”. Él se dio cuento de que sólo Dios podía ayudarlo a abrir su entendimiento, a aclararle sus pensamientos para poder aprender sus mandamientos.

Yo recuerdo que muchas veces intenté leer la Biblia “por cultura general” pero nunca podía pasar de la primera hoja, a veces empecé por Génesis, otras por Juan, en otra ocasión por Hechos, pero nunca podía pasar de la primera página, y no sólo eso no le entendía nada de nada. No fue hasta que conocí al autor que pude entenderla.

A esto es a lo que se refiere David, hay cosas en la Palabra de Dios que sólo se pueden entender cuando Dios mismo nos la explica. Se dice que la Biblia es el único libro que necesitas conocer al autor para entenderlo. A mi me consta.

Por eso creo que aún hoy miles de años después de haber sido escrito este salmo, sigue vigente esta petición: “Dios hazme entender tu palabra”.

Por otro lado vemos un clan. Un grupo de personas que aman a Dios y a su Palabra y que se entienden entre ellos. Son personas que han verificado por ellos mismos el poder Su Palabra, son personas que han llegado a tener un temor santo por Dios, por conocer y entender lo que dice Su Palabra, por eso cuando alguien decide vivir de acuerdo a ella se alegran de una manera genuina.

La alegría de los que temen a Dios se basa en que alguien “espere en Su Palabra”, ese esperar es el sello de haber creído en ella, es la marca que nos caracteriza a todos aquellos que no solo creemos en Dios, sino de aquellos que creemos lo que dice.

Armando Carrasco Z.

lunes, 13 de octubre de 2008

Salmos 119 Tet (Parte 36)

“Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos. Mejor me es la ley de tu boca que millares de oro y plata.” Salmos 119:71-72

Cuando somos niños, la mayoría, somos corregidos por nuestros padres o por aquellos que tienen la tutoría sobre nosotros, nos acostumbramos a recibir regaños y corrección por nuestra conducta equivocada. Es la manera en que aprendemos a hacer lo correcto. Mientras estamos en casa de nuestros padres recibimos dichas correcciones, pero cuando llegamos a la edad adulta, y nos damos cuenta de que ya nadie nos regaña ni nos llama la atención tenemos la enorme tentación de hacer lo que queremos.

Pero pronto aprendemos que Dios es nuestro padre. Un padre amoroso que hará hasta lo imposible porque nos vaya bien en esta tierra, Dios es bueno. Dios es amor.

Pero eso no le quita que parte de su amor se manifiesta cuidándonos y corrigiéndonos en el camino. Veamos estos dos versículos:

“Porque Jehová al que ama castiga, Como el padre al hijo a quien quiere.”

Proverbios 3:12

“Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo.”

Hebreos 12:6

No lo hace por ser un Dios malo, lo hace por que te ama tanto que no va a permitir que te pierdas por falta de corrección.

Si te quedas en la necedad de hacer tu voluntad contra sus principios entonces te deja a la deriva para que aprendas una lección: Dios te ama tanto que tiene cuidado de ti.

La otra parte de este pasaje podemos ver el valor incalculable de Su Palabra. Con la falsa escala de valores actual en la que los que tienen dinero son los más valiosos, podemos caer en la mentira de creer que no hay nada mas valioso que el dinero, Pero la verdad es que Su palabra vale mas que todo el dinero, oro y plata de todo el mundo.

Por Su Palabra fue creado el universo y todo lo que vemos. Eso es suficiente para saber cuánto vale Su Palabra. Cuando Su Palabra se activa en ti, es cuando te das cuenta del enorme valor que tiene.

Recuerda al soldado romano que le dijo a Jesús: “Sólo di la palabra …y mi siervo será sano…” Lucas 7:7 cuando aprendemos lo poderosa que es la Palabra cuando Dios la dice no nos queda otra que decir lo mismo que David: “Mejor me es tu Palabra que millares de oro y plata”.

Armando Carrasco Z.

lunes, 6 de octubre de 2008

Salmos 119 Tet (Parte 35)

“Contra mi forjaron mentira los soberbios, mas yo guardaré de todo corazón tus mandamientos. Se engrosó el corazón de ellos como sebo, mas yo en tu ley me he regocijado.” Salmos 119 Tet 69-70

Muchos de los ataques que tenemos en la vida son utilizando como medio las palabras en contra nuestra que llegan a lastimar de manera profunda. Pero cuando esos ataques son basados en la mentira, entonces además de la herida, surgen otros sentimientos que llegan a doler tanto que nos sentimos totalmente humillados e impotentes.

Cuando alguien nos agrede de esta manera lo más seguro es que uno de sus puntos débiles sea la soberbia. Porque la gente que batalla con la soberbia no puede vivir con alguien que sea superior a ellos, y están dispuestos a hacer lo que sea para ser siempre los mejores. Muchas veces esta gente soberbia genera mentiras contra nuestra sin importarle las consecuencias.

Lo bueno es que en este pasaje nos da la solución; lo primero que debemos hacer es “guardar Sus Mandamientos” los cuales nos dicen varias cosas:

a) De Dios es la venganza, no debemos buscar vengarnos por nosotros mismos ya que eso sólo atrasa los planes de Dios.
b) Debemos perdonarlos y orar por ellos, dice la Biblia que al hacerlo se amontonarán ascuas de fuego sobre su cabeza, y no es otra cosa que al final de todo ellos quedarán avergonzados.
c) La soberbia es la antesala de la caída. Donde hay soberbia hay alguien a punto de caer. La soberbia es un pecado que anuncia públicamente una caída, por lo que, lo único que debes hacer es esperar. Todo lo demás sucede por sí solo.

Dice en este pasaje que ellos, los soberbios, engrosaron su corazón con sebo. En otras palabras; sólo le dieron a su espíritu, grasa. No pudieron crecer en carácter, no pudieron alimentarse con cosas que los hicieran crecer como personas, solo comieron sebo y eso los hizo engordar en su corazón y todo corazón con grasa es un corazón enfermo.

Pero David dice que él, en Su Palabra se regocijó. Eso es clave, si quieres mantenerte fuera de la zona de la soberbia, una solución eficaz es alegrarte con lo que dice Su Palabra. Para esto debemos conocerla, estudiarla y meditarla.

Recuerda un soberbio usa las mentiras para atacar, un soberbio engrosa su corazón con sebo (grasa) pero si quieres ser humilde la mejor receta es alegrarte con Su Palabra.

Armando Carrasco Z.